Santiago no es Chile. Se dice hace décadas, se repite con frecuencia, pero más que una afirmación, parece una aspiración. Santiago sigue siendo Chile en demasiados aspectos, lo que nos impide avanzar en una descentralización productiva que nos permita instalar mayor productividad y oportunidades a nivel nacional. Necesitamos que todas las regiones tengan su propia historia y su propio desarrollo, de lo contrario, seguiremos viendo inequidad entre los habitantes y, al mismo tiempo, seguiremos frenando nuestro progreso.

La diversidad de Chile se revela de distintas maneras en cada región, de acuerdo con sus características geográficas, climáticas, productivas, sociales y culturales. En cada una hay necesidades y oportunidades; en cada una se requiere del capital humano apropiado y pertinente a su propia realidad. La manera y estrategia en que dichas necesidades sean cubiertas determinará la posibilidad de que técnicos y profesionales proyecten su propio futuro laboral desde las regiones en que estudiaron. Si no ven opciones de desarrollo futuro, terminarán migrando hacia las capitales regionales o hacia Santiago, que es lo que muchas veces ocurre.

La pertinencia de los programas de estudios de Educación Superior es una estrategia necesaria para potenciar realmente el desarrollo productivo de las regiones, colaborando con la descentralización del país. El desarrollo de programas educativos que responda a las necesidades reales no solo apalanca el crecimiento económico en las distintas zonas, sino que, además, mantiene la historia de las personas, sus vínculos, sus entornos, sus raíces y cultura. La pertinencia educativa permite que las familias mejoren su calidad de vida y que, a la vez, impacten la vida de quienes más quieren. Es un “ganar ganar” en todos los aspectos, aunque en Chile no está del todo internalizado.

En INACAP apostamos por una propuesta educativa que sea pertinente a las diversas realidades productivas y territoriales. Así, trabajamos y entregamos a nuestros estudiantes las competencias que demanda y demandará el sector productivo en la región en que viven. Es el camino que siguieron países tales como Alemania, Nueva Zelanda, Australia e Irlanda, entre varios otros, para que su inversión educativa esté alineada con las potencialidades productivas inherentes a cada territorio, incluya los avances tecnológicos en cada sector económico e incluya un camino de formación y desarrollo futuro. Y los resultados fueron notables.

Una oferta educativa pertinente es el resultado de un trabajo exhaustivo que incluye tanto análisis estadísticos como información cualitativa de alto nivel.. Esta prospección laboral - concepto que suena técnico y lejano- involucra el relacionamiento y trabajo permanente con los diversos sectores económicos, considerando las tendencias y necesidades, así como la vinculación directa con las empresas públicas y privadas presentes en cada región. En INACAP, por ejemplo, hacemos parte de esta tarea a través de nuestros Consejos Empresariales y Territoriales, que nos mantienen en contacto directo con la vanguardia productiva de todos los sectores, en todas las regiones.

La formación Técnico Profesional (TP) tiene la obligación de buscar la pertinencia a través de su vinculación con los sectores productivos. Esta característica, además de contar con ciclos educativos cortos y por su carácter eminentemente práctico, hacen de la TP una alternativa mucho más pertinente, asegurando alta empleabilidad a sus titulados (casi 90% en nuestro caso), permitiendo que los titulados se queden trabajando en la región en donde estudiaron (casi 9 de cada 10 en nuestro caso).

Las personas tienen el derecho de realizarse y desplegar su vocación en y para su entorno, cerca de sus familias, de sus afectos y de sus historias. Debemos trabajar para que las oportunidades de lograr movilidad social estén presentes a lo largo del país. Necesitamos que la educación pertinente permita que las personas no necesiten emigrar a otras regiones para ser plenas y felices. La respuesta es TP.

Lucas Palacios
Rector de INACAP

Fuente: Valor País, diario El Mercurio