Composición VIII representa un conjunto de líneas, formas y colores dispuestos en el espacio, dando origen a una composición abstracta de elementos que invitan a descubrir múltiples significados e intenciones del autor. La interpretación es abierta y el espectador puede aportar sus propias ideas, sentimientos, sensaciones o evocaciones, lo que genera una relación interactiva con la obra y permite diferentes lecturas y significados, dependiendo de la sensibilidad de la persona que lo observa.
Esta obra fue comprada por Solomon Guggeinheim en 1929 y actualmente se encuentra en el museo fundado por él – Solomon R. Guggenheim Museum, en Nueva York.
La presencia de los círculos en la obra, además de definir lo que era en la época considerado como una representación artística de perfección, también prevé la importancia que ellos tendrían en trabajos futuros de Kandinsky.
Las diversas formas geométricas esparcidas por la tela no se presentan de manera aleatoria como muchos pueden imaginar. A pesar de abstractos, los trazos se posicionan en lugares específicos, formando un aspecto paisajístico: grandes triángulos representan montañas, mientras el círculo al lado izquierdo superior simboliza el sol.
Kandinsky en sus composiciones usa equivalencias musicales, ya que para él es parte de la imaginación y de la libertad creadora. De ahí el nombre de sus Composiciones, que se dejaron influir por los colores fauvistas y postimpresionistas que le habían impresionado tanto.
El autor es el precursor de la abstracción, teorizando además sobre el arte y siendo de gran influencia en las posteriores corrientes. Usa figuras simplificadas, influenciado por la teosofía, corriente filosófica que Mondrian también seguía. La realidad oculta tras las apariencias es lo que defendían, como se puede leer en su obra escrita De lo espiritual en el arte.
En su obra escrita nos proporciona su visión de los colores, siempre relacionados con el alma, y el significado de todos ellos. Pone mucho énfasis en esta idea, como se puede ver en sus cuadros de variedad de tonos.
En torno a 1910 hacía paisajes en Murnau. Se empezó a dar cuenta que lo más importante de sus pinturas no era el tema, sino los colores y la composición. De ahí experimentó hacia la idea de la abstracción.
Fue profesor de la Bauhaus en su etapa de Weimar, lo que le influyó en sus composiciones, mucho más estructuradas. Después tuvo una época donde se dejó seducir por los círculos, sobre todo concéntricos, como se puede ver en esta obra.
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